lunes, marzo 23, 2009

19.03.2009

Un día jueves, como tantos jueves del año me encontré con una amiga de antaño. Recuerdo que nos distanciamos, pero a diferencia de esas personas que se van de la vida, nosotras sólo tomamos rumbos distintos. También recuerdo las lágrimas derramadas hace un par de años atrás, sufriendo por nuestra mala suerte en tantas áreas, llegando al límite de la desazón. Lo maravilloso de todo fue que al conversar parecía que el tiempo no había pasado, es como que el cariño y todo lo que conlleva la amistad sólo se había congelado. Lo triste fue darnos cuenta de que al crecer las penas duelen más que antes, cuesta más superar los fracasos y desilusionarse es más rápido que antes. De la nada los años pasaron y caímos en la cuenta de que encontrar a esa persona que soñamos que nos acompañe, se hace más complejo encontrarla, los tiempos han cambiado, al igual que nosotras. Con el paso de la edad nos ponemos más exigentes, de a poco aprendemos a valorarnos y muchas veces nos convertimos en personas más realistas, pero a la vez más soñadoras. Es una contradicción constante en nosotras, al menos en mí. Al pasar los minutos fui corroborando que la estupidez masculina es algo transversal, en momentos llega a ser impresionante. Siempre es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón. Lo más terrible de todo es que ellos creen que nunca nos daremos cuenta de las cosas, si supieran que cuando ellos van, nosotras hemos recorrido ese camino dos o tres veces. Que frase más cierta “los hombres engañan, pero las mujeres mejor”. Entonces me puse a pensar que lo perfecto que puede ser nuestro hombre, nuestra pareja, puede ser asesinado en cosa de un par de minutos. No se que pasa por nuestras mentes, deseamos con ansias tantas cosas, pero cuando la tienen a su lado no saben que hacer, se ahogan en un océano de dudas y prefieren tirar al tacho de la basura todo lo vivido. Da lo mismo el tiempo, un corazón se puede romper en fracción de segundos, basta un abrir y cerrar de ojos para que la miseria rodee nuestra vida, haga temblar nuestros pilares y derrumbe todo en lo que una ha creído por x cantidad de tiempo. Creamos castillos en el aire, al más mínimo vendaval todo se va…se esfuma y nos quedamos solas. Parece que al fin de cuentas siempre estamos solas, no obstante estar en pareja. No se en que ni en donde radica la diferencia, si ambos somos del mismo mundo, de la misma especie. En un quiebre hay culpas compartidas, uno es el que hace y el otro es quien deja que pasen. En que momento de la vida todo se vuelve tan complejo, tan tedioso, hasta donde somos capaces de llegar por sostener algo que no da para más. Al parecer, muchas veces, las que más nos sacrificamos somos nosotras, y terminamos más heridas que ellos. Pareciera que nosotras tenemos la obligación de aprender tras una relación fallida, en cambio ellos solo se van con un simple adiós y se recuperan más rápido. En otras ocasiones nos quedamos pegadas en la misma persona por años, no podemos soltar, tal vez es por miedo, no lo sé. En una de esas le damos más vuelta a una relación porque sentimos que nos quedaron cosas por hacer, que más da, siempre quedan por hacer, por vivir, por compartir. Deberíamos tener un botón, que al apretar nos haga olvida todo y dejemos de sentir. Siempre cuando termino una relación me prometo no volver a pasar por lo mismo, pero tropiezo una y otra vez con la misma piedra. Mas no puedo ni quiero cambiar, siempre tengo miedo cuando comienzo una nueva relación, pero los enfrento, con más miedo aún, pero tengo la teoría de que puede valer la pena cruzar el río, simplemente por un instante de felicidad. Muchos piensan que soy una kamikaze, nada me importa, no tengo ni la más puta idea cual es el origen de mi fuerza interna…no puedo dejar de soñar ni quiero dejar de hacerlo. A pesar de la velocidad con el que avanza nuestro mundo me siguen sorprendiendo los detalles por más nimios que parezcan, es parte de mi esencia. Vivir con miedo no es vivir, vivir con coraje es sólo para valientes y esto es para los sobrevivientes de una relación, para aquellos que nunca dejamos de creer que en la vuelta de la esquina podemos encontrar la felicidad, aunque sea por un segundo…

viernes, marzo 13, 2009

Cambios...

Esta tarde he estado pensando en un sin fin de cosas…mas, principalmente en las relaciones de pareja. Basta solo con mirar a mi alrededor, a mis amigos, o en mi circulo más cercano y por primera vez abrir mis ojos y darme cuenta hacia donde vamos…hacia donde quiero ir…luego de un quiebre siempre termino cuestionándome un millón de cosas: en que fallé, que hice mal, que podría haber hecho para evitarlo, que proyecto, que mierda me pasa. Son algunas de las cosas que dan vuelta por mi cabeza. Prometí no sufrir por R.D, pero fue inevitable. El dolor que siento ha sido más fuerte de lo que podría reconocer y después de casi un mes soy capaz de hablar, de escribir de ello. Algunos piensan, inclusive, tienen la certeza de que me enamoré…no siento que me haya pasado eso, tal vez me controlé tanto que de alguna u otra manera fui capaz de conducir mis sentimientos y que estos fluyeran de acuerdo a lo que me iban dando. Quizás me entregaba de manera proporcional a lo que recibía, me autoimpuse límites, tal vez ese fue mi yerro. O tal vez en creer en una persona llena de miedos cambiaría y podría enfrentar la vida con coraje, craso error. Lejos el más grande de todos, mas me dí la oportunidad de creer y de ser feliz, aunque fuese por siete meses exactos. Me pude sobreponer al primer quiebre, jamás creí que un segundo quiebre sería tan catastrófico y dañino…prometí no llorar, mas los días han ido pasando y mis fuerzas comenzaron a debilitarse y una lágrima cayó por mi rostro…no se detuvo, mi pena me superó y la tristeza golpeó mi puerta. Ilusamente le abrí, no puedo pasar mi vida escondiendo lo que siento, lo que pasa. Me aburrí. Soy lo que soy, no puedo ni quiero evitarlo. Ocultar el dolor mataría mi esencia y me haría vulnerable en un futuro demasiado próximo. Reconozco que extraño tu presencia, tus caricias, tus besos, pasar mis noches a tu lado, reírnos de nuestras idioteces, tus odiosos turnos, ese llamado telefónico, tu preocupación, tu mirada…absolutamente todo lo que teníamos. Di todo y más de lo que podría haber hecho en una relación, es por eso que mi pena tiene un dejo de tranquilidad. Fuiste el primero en confiar en mí para llevar una causa, creíste en mí y eso no tiene valor. Me enseñaste a creer en mí, en que sí puedo tener una relación, en que soy capaz de dar la pelea cuando siento que vale la pena, que puedo querer, que puedo mirar a los ojos y decir te quiero, sin temor a nada, me ayudaste a ser feliz, como olvidar esa tarde de navidad en que fuimos uno, en que por mucho tiempo salí a comprar un regalo para un chico especial, en que soñaba con pasar tardes enteras a tu lado, y tantas cosas más, minutos que atesoraré en mi baúl de los recuerdos. Tomada de tu mano subía a tu moto, tus manos sanaron mis heridas, tus manos cuidaron mis dolores físicos, mas tu miedo infinito, vivir en función de él, sentir que exteriorizar lo que sientes fue matando lentamente lo nuestro. Tal vez no era el minuto de terminar con lo nuestro, mas, ahora que lo pienso fue el mejor momento. En un futuro lejano o próximo me habrían liquidado…todo tiene una razón de ser…tu mirada triste, melancólica, tu, pidiendo a gritos amor se contradicen con lo que haces, dices y sientes. No me merezco eso…por lo mismo hoy decidí enviar todo mediante correos, preferí gastar una suma menor de dinero antes que mirarte a los ojos, simplemente porque no tengo las fuerzas. Se que no llamarás, tu orgullo es demasiado grande y mi dignidad y amor propio también. Con el paso de los días el dolor va disminuyendo, la soledad nunca me ha dejado, porque si lo pienso siempre he estado sola, con o sin pareja…basta con mirar a mi alrededor y ver que hay muchísimas relaciones que están mal y que las personas involucradas no son capaces de poner fin. Hay miedo al compromiso, miedo a estar solo, obsesión por creer en que el otro va a cambiar, miedo a perder la libertad. Si al fin de cuentas estar en pareja va más allá de todo eso. Lo que sucede es que a veces la vida es tan difícil que preferimos caminar acompañados, por eso nos ponemos una venda y continuamos engañándonos. Al menos me aburrí de eso. Se que algún día, en algún lugar de esta enorme ciudad hay alguien esperando por mi.