sábado, enero 12, 2008

Sábado.

Dormía placidamente…en el peor momento suena la alarma…milagrosamente salí de mi cama en fracción de segundos…mis ganas de ir a pedalear al cerro eran enormes…llegué al punto de encuentro…y con D iniciamos nuestro camino…el sol pegaba fuerte, inclemente como ha sido la tónica de estos días…se veía duro, pero mis enclenques piernas se portaron mejor de lo que esperaba. Hay días en que el cerro se hace más pesado que otros…muchas veces, nuestras culpas, o asuntos pendientes van cargando nuestra mochila y no nos damos cuenta. Y ese día, en que nuestra carga es insostenible, y nuestra alma y voces internas nos piden ayuda a gritos…hay que detenerse, y acomodar la carga…ayer, fue mi día…el peso que cargaba sobre mis hombros me pasó la cuenta…no podía seguir con eso…mis pasos eran cada vez más lentos…y la congoja se mezclaba con aquel dejo de rabia e impotencia por querer soltar y no poder…sin darme cuenta, estaba con el móvil en las manos…dispuesta a ponerle punto final a todo esto. Fueron los cuarenta minutos más densos, dramáticos, apasionados que he tenido en los últimos meses…cuando corté, las lágrimas invadieron mi rostro…la pena que había sentido hace un par de semanas atrás se materializó en angustia, impotencia…dejar atrás lo que me hacía daño…borrar de todo registro los recuerdos, se hace una tarea de suyo complejo…pero por fin solté…guardé en el baúl de los recuerdos historias que rondaban de manera constante mi tranquilidad, saboteando indirectamente el posible equilibrio que pudiese encontrar…al dejar atrás esta carga, salí…pedalié por varias horas, necesitaba distracción…necesitaba llorar a solas…y a cada paso, me sentía más liviana…sentía que no perdí…o quizás si, como sucede en toda batalla…pero es más lo que gané…el sol comenzó a esconderse lentamente, y el cansancio se hacía más y más presente…caí rendida en mi cama…y hoy, cuando abrí mis ojos, me di cuenta de que puedo volver a empezar…

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